Es muy humano, incluso para los cristianos, pensar en la felicidad como cumplimiento de deseos.
Esta es una pregunta que ocupa nuestra mente más a menudo de lo que nos importa admitir. Y es muy humano, incluso para los cristianos, pensar en la felicidad como cumplimiento de deseos: surge el deseo; el deseo se satisface. Surge el dolor; se hace frente al dolor.
Pero, ¿somos felices? No lo creo, por estas dos razones:
(1) Es realmente difícil conseguir todo lo que deseamos;
(2) incluso si lo conseguimos, no estamos satisfechos.
Estamos perpetuamente impulsados hacia adelante, siempre a la espera del próximo disfrute que nos hará sentirnos seguros y satisfechos. Lo conseguimos, pero luego pasamos a la siguiente búsqueda. Buscamos constantemente el final del arco iris, pero cuando llega, no encontramos la olla de oro. Sólo encontramos nuestros corazones vacíos anhelando la siguiente promesa de realización. En palabras de Jean Jacques Rousseau, nos mueve una "desproporción entre nuestros deseos y nuestras facultades" [i]. O, como añade Arthur Schopenhauer: "El hombre nunca es feliz, pero se pasa la vida esforzándose por conseguir algo que cree que le hará serlo" [ii].
Pero no nos rendimos: nos esforzamos más. Obtenemos más títulos, iniciamos más relaciones, alcanzamos mayor éxito profesional y ministerial, y acumulamos más logros. Pero la satisfacción de los deseos no conduce a una realización duradera ni a una sensación de felicidad; es mera satisfacción de los deseos. Es tan duradera como comer algodón de azúcar: "Es dulce por un momento y se disuelve un instante después" [iii].
No se trata de una idea reciente revelada por estudios psicológicos. La humanidad siempre ha sabido que no somos felices si perseguimos, o incluso logramos, todo lo que deseamos. He aquí cómo tres teólogos han descrito la naturaleza apetitiva de nuestras almas:
Gregorio de Nisa: "Porque tan pronto como el hombre satisface su deseo obteniendo lo que quiere, comienza a desear otra cosa y se encuentra vacío de nuevo; y si satisface su deseo con esto, se queda vacío una vez más y listo para otra aún" [iv].
Bernardo de Claraval: "Es necedad y locura extrema estar siempre anhelando cosas que no sólo nunca pueden satisfacer, sino que ni siquiera pueden mitigar el apetito; por mucho que se tenga de estas cosas, se sigue deseando lo que aún no se ha alcanzado; siempre se está suspirando sin descanso por lo que falta." [v].
Tomás de Aquino: "En el deseo de riquezas y de cualesquiera bienes temporales... cuando ya los poseemos, los despreciamos y buscamos otros... La razón de esto es que nos damos más cuenta de su insuficiencia cuando los poseemos: y este mismo hecho muestra que son imperfectos, y que el bien soberano no consiste en ellos" [vi].
Como sostengo en La paradoja de la felicidad (The paradox of happiness) la satisfacción de los deseos es la puerta equivocada a la que llamar si esperamos que la felicidad esté esperando al otro lado. No es una esencia, sino una propiedad; no es una sustancia, sino un posible subproducto. Sólo la experimentamos cuando perseguimos otra cosa. "El programa de llegar a ser felices, que nos impone el principio del placer, no puede cumplirse", concluyó Sigmund Freud. "Por ninguno de los caminos [que perseguimos] podemos alcanzar todo lo que deseamos" [vii].
O como dice Jesús: "Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará" (Marcos 8:35).
René Breuel es autor de The paradox of happiness y pastor fundador de Hopera, una iglesia de Roma. Tiene un Master of Divinity por el Regent College de Vancouver y un Master of Studies in Creative Writing por la Universidad de Oxford. Puede obtener más información sobre su trabajo en renebreuel.org.
[i]. Jean-Jacques Rousseau, citado en Darrin MacMahon, Happiness, 241.
[ii] Arthur Schopenhauer, citado en Armand M. Nicholi, Jr, The Question of God: C. S. Lewis and Sigmund Freud Debate God, Love, Sex and the Meaning of Life (Nueva York: Free Press, 2002), 98.
[iii]Neil Clark Warren, Finding Contentment (Nashville: Thomas Nelson, 1997), 34.
[iv]. Gregorio de Nisa, De gloria en gloria. Jean Danielou (Crestwood, NY: St. Vladimir's Press, 1961), 87-88.
[v]. Bernardo de Claraval, On Loving God, and Selections from His Sermons, ed. Hugh Martin (Londres: SCM Press, 1959), 69.
[vi].Tomás de Aquino, citado en Arthur C. Brooks, From Strength to Strenth: Finding Success, Happiness and Deep Purpuse in the Second Half of Life (Londres: Green Tree, 2022), 72.
[vii] Sigmund Freud, La civilización y sus descontentos, trad. James Strachey (Nueva York: W. W. Norton, 1962), 30.
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